Extraños
- Jesús Jiménez Sosa
- 7 ene 2017
- 1 Min. de lectura

El dolor siempre será inevitable, donde la esperanza compensará la soledad, nos convertimos en robles inquebrantables mirando al final del túnel.
La sombra y el abismo se convierten en guías, el miedo termina por ser comprensible. Y los recuerdos confusos de fantasías y verdades se deslumbran bendiciendo nuestra llama.
Esa que se extingue a través de tus ojos, aquellos lazos terminan por debilitarse pretendiendo extrañar los buenos tiempos, terminamos por convertimos en extraños.
Y aun teniendo la grandeza frente a ti suponemos pedir mucho más de lo que otorgamos. Así como yo, tú conoces el sabroso dolor de quien nos llaman, lo que nunca fuimos.
Y es que las cosas a medias pierden sentido, por qué el alma es triste por las luchas perdidas, la esperanza que un tiempo espoleaba nuestro ardor ya no quiere montarse, sin pudores nos tumbamos como caballos viejos que tropiezan con todo.
¡Corazón! Duerme ya, que mi alma esta exhausta y vencida ni el amor ni la guerra podrán cautivarla.
¡Adiós! Olvida los placeres y este pecho sombrío el tiempo enorgullecerá desde lo más alto esta esencia persistente que nunca se dará por vencida por encontrar quien la complete.
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