Un Hombre Libre
- Jesús Jiménez Sosa
- 27 feb 2017
- 1 Min. de lectura

Mi pueblo tiene hambre,
sus hombres se refugian detrás de las cantinas, mirando un televisor,
otros vierten su furia impúdica y chillona sin razón,
solo algunos optan por defender la libertad.
Libertad bajo palabras,
libertad bajo argumentos,
libertad bajo sueños.
Nuestros miedos terminan por triunfar
por nuestros caducos estilos de vida.
Pero ¿cómo se le puede curar?
cuando preferimos el equilibrio
a las discusiones mediáticas y luchas libertarias.
Se tolera lo que no se ama.
el estribillo siempre es el mismo
y solo cuando no se considere peligroso
evitamos los propios prejuicios.
Este no es el sueño de las “almas buenas”
vivimos una dictadura inexistente del relativismo,
de nuestro infundado neo liberalismo y una economía caída
¿Cómo pretendemos ir mas allá de la tolerancia?
si no se ha comenzado ni siquiera a practicarla.
Somos cómplices,
estos que vienen sin necesitar argumento,
lo damos todo sin siquiera pedir la verdad,
concedemos este mundo desde los ojos de la impunidad,
nos perdemos por no escucharnos
para convertirnos en extraños sin paz,
extraños sin igualdad,
extraños sin voluntad.
Impulsados por un irrefutable altruismo
imponemos nuestras recetas del bien y mal.
dejando el control a gestores sin alma,
al tribunal de la inquisición.
Paremos de actuar como virtuosos sin serlo
una sociedad libre y abierta dispone de estructuras de protección,dispone de sueños y ambición,
de individuos con gloria y honor.
Una sociedad libre y abierta
nos implora dejar el conformismo, nuestra zona de confort.
nuestra libertad no puede ser restringida
solo en beneficio de un grupo selecto.
Paremos de ofrecer la mejilla a las objeciones.
Hagamos este espíritu infalible y
tengamos hambre de cazar las quimeras políticas
para tomar el control de lo que nos pertenece.
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